Nuestro primer viaje a Barcelona lo realizamos en 2006, en el viaje fin de carrera, que sin lugar a dudas fue uno de los viajes que le tenemos mejor recuerdo «en general». Y remarcamos en general porque Barcelona fue la excepción del viaje. La ciudad en sí es preciosa, pero como llegamos muy cansados (ya que nos echamos 9 horas de carretera en autocar desde Sevilla) y además nos robaron las maletas en el metro, pues imaginad la escena: 7 días de viaje por el mediterráneo a base de chanclas, bermudas y tres o cuatro calzoncillos. En fin…de pena. Pero al final no fue tan trágico ya que llevábamos dinero y pudimos comprar ropa. Bueno dejamos de relatar nuestro suplicio al llegar y os contamos qué nos pareció la ciudad condal  

El Templo Expiatorio de La sagrada familia es un Templo católico que Antonio Gaudí comenzó a construir en 1882. Aquí vemos un detalle del cristo en su fachada.

El Palacio de la Generalitat, se encuentra en Barcelona, es la sede de la Presidencia de la Generalidad de Cataluña, su origen es medieval. La primera construcción contaba con una fachada realizada por Marc Safont. El arquitecto del palacio fue Pere Blai en 1596. El estilo utilizado por el arquitecto fue el renacentista.

Como no podía ser de otro modo, visitamos El Liceo, donde artistas como Plácido Domingo, Carreras o Directores como Mutti, Böhm o Davis han hecho que la mejor música suene en sus paredes.
El Liceo tiene a sus espaldas una larga lista de desastrosos acontecimientos: en 1861 hubo un incendio que destruyó todo el escenario y se necesitó varios años para reconsruirlo. En 1893, el anarquista Santiago Salvador tiró una bomba en la platea que causó 20 muertos y en 1994 otro incendio se cebó con el teatro.
Entre las diez y media y once menos cuarto de la mañana del 31 de enero, mientras dos operarios trabajaban en la reparación del telón de acero que, en caso de incendio, tenía que impedir que el fuego pasara del escenario a la sala (otra ironía del destino), las chispas de su soplete prendieron en los pliegues del cortinaje fijo de tres cuerpos que escondía la parte alta del escenario. Algunos trozos encendidos de ropa cayeron al suelo, y aunque los trabajadores se apresuraron en apagarlos y se bajó el telón de acero, todo fue inútil: las llamas ya habían saltado al telón de terciopelo y subían hasta el telar y el techo.

El fuego era ya incontrolable cuando los bomberos llegaron minutos después de las once. Puede que un poco tarde porque, según parece, los trabajadores habían tratado de apagar el fuego con los medios a su alcance en vez de llamar inmediatamente a los servicios de extinción.

El incendio causó una gran conmoción en la sociedad catalana y en el mundo de la ópera en general. Gracias al apoyo de las instituciones, al patrocinio de empresas, y a las donaciones particulares, fue reconstruido en un tiempo récord, pudiendo de nuevo abrir sus puertas en 1999.

Volviendo a la anécdota de las maletas, tenemos que decir que cuando fuimos a poner la denuncia a los Mossos d´esquadra nos atendieron maravillosamente bien. Entre ellos hablaban en catalán pero como sabían que nosotros eramos andaluces, nos hablaban en todo momento en castellano, así que no tuvimos ningún problema con el idioma.